Niños de 12 años que hacen botellón y las consecuencias de esta práctica

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Tengo el corazón encogido desde esta tarde: la noticia de una niña de 12 años fallecida a causa de un coma etílico me ha conmovido. La ingesta excesiva de alcohol durante un botellón con motivo de la celebración de Halloween le provocó una pérdida de conocimiento y parada cardiorespiratoria. Este suceso me ha superado, tengo un hijo de 13, otra de 10, y sé que son edades en las que se experimenta, de experimentar a abusar va un trecho, y no me vale encogerme de hombros, por mis niños y por los otros niños que están sometidos a presiones de todo tipo para adelantar etapas con todo lo que conlleva.

Que cualquier droga legal o ilegal afecta más al cerebro de un menor de edad que a un adulto, no es un hecho nuevo. Son personas que se encuentran en pleno desarrollo y son muy vulnerables, no solo por esto último, sino también porque crecen en un entorno de competitividad “insana” en el que es más quien mejor cuerpo tiene, o quien realiza prácticas de riesgo incontrolado. Si seguís leyendo me entenderéis cuando os aseguro que no es lo mismo beber alcohol a los 12 que a los 40, y desde luego el abuso no es seguro en ninguna etapa de la vida, pero mucho menos antes de que el cerebro acabe de desarrollarse (sobre los 21 años).

Un coma etílico es una pérdida del conocimiento tras un consumo excesivo de alcohol en muy poco tiempo. Es imposible anticipar quién lo sufrirá, porque las drogas “se relacionan” con las distintas personas y ocasionan efectos, no solo en función de la acción de la sustancia tóxica, sino de las características particulares de cada uno (cantidad de grasa, alimentación, etc). Los síntomas son muy evidentes: pérdida del tono muscular, reducción de la presión y temperaturas corporales (piel fría), respiración irregular, etc.

La niña que protagoniza el triste suceso estuvo varias horas en un coma inducido, y la Guardia Civil ha abierto una investigación de oficio (era menor de edad) para intentar averiguar qué sucedió. Estamos hablando de una niña muy joven, en un entorno con otros probablemente de edades similares. Existen varios riesgos: la droga, el abuso, la inmadurez que puede “bloquear” una petición de ayuda, la forma en la que se bebe (abusando, con juegos competitivos de por medio).

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Riesgos del consumo de alcohol en menores de edad.

La verdad es que en ocasiones tenemos una percepción un poco irreal de lo que es la adolescencia: queremos niños que tomen sus propias decisiones, pero siempre que no decidan mantener relaciones sexuales o tomar drogas hasta… hasta llegada la mayoría de edad, o más allá. Pero las cosas no son así, y la experimentación es muy propia de esta etapa, pero desde luego lo que estamos viendo no es que los niños prueben, sino que beben más allá de las posibilidades que tiene su organismo de metabolizar con cierta rapidez.

La otra parte de la cuestión es que a esas edades el objetivo principal es cumplir un año más, ser más mayor, hacen lo que hacen los más experimentados, ser libres, pero ¿se es libre bajo los efectos de cualquier droga? pues desde luego que no, porque absolutamente todas afectan al funcionamiento del cerebro. Las consecuencias del consumo abusivo de alcohol en un niño van desde alteraciones en la coordinación o la percepción, hasta problemas estomacales, lesiones cardíacas, pasando por la asociación con otras prácticas de riesgo (sexo sin anticoncepción, conducción temeraria, etc.).

El papel de la familia, el colegio y la sociedad.

Necesitamos vencer el miedo para hablar con los peques de estos temas, esperar a que sean adolescentes es un error, pues es cuando empiezan a recibir informaciones de otras fuentes, y subestiman la importancia de los padres. Es preciso reforzar la comunicación familiar, estar disponibles para cuando quieren preguntar, escuchar sin juzgar, etc; y desde luego exponer nuestros valores respecto a estas noticias de interés.

Las escuelas pueden plantear programas de prevención, invitar a las familias a cooperar. El problema es que a menudo, esos esfuerzos se ven minimizados por la publicidad de alcohol en la que sus protagonistas lucen espléndidos y aparentemente felices, o por adultos que sonríen cómplices cuando ven a un niño pidiendo sangría en las fiestas del pueblo. Quiero recordar aquí que dar a probar a los niños alcohol (para que se acostumbren) es un error, y de los grandes.

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Factores de riesgo y de protección.

Este abordaje es muy interesante, porque permite tener una visión global de todas las cosas que les están influyendo a la hora de tomar decisiones, de esta manera será más fácil incidir desde el modelo preventivo. La familia puede proteger pero también predisponer (dando mal ejemplo), los amigos pueden predisponer, pero también proteger (si el niño ve las consecuencias en los demás), y así…


Ahora ya sabemos que el cerebro adolescente se ve más afectado que el de un adulto ante el consumo de cualquier tipo de drogas, esto ya no va de bajo rendimiento escolar (que también) o de problemas de relación familiar. Es un tema que tiene muchas más implicaciones.

Imágenes — Leonid Mamchenkov, a4gpa, Marek Otolski


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