El puerperio, más conocido como la cuarentena, es una etapa muy delicada en el proceso de maternidad. Sobre todo si somos primerizos. Es una etapa de descubrimientos y de novedades, que tendrá momentos muy estresantes y preciosos a partes iguales.
Independientemente de cómo fue el embarazo o el parto, la madre necesita un periodo de recuperación física y emocional. Es entonces cuando el padre juega un papel fundamental en casa, con el bebé y con la madre. Lo ideal es que se tome su papel como ese apoyo que necesitas para esa recuperación.
El postparto
A pesar de ese sentimiento de felicidad que te invade cada vez que ves a tu hijo, la realidad física es que estás cansada y necesitas recuperarte. El parto, sea el tipo de parto que sea, es un trabajo complicado y doloroso.
Si es un parto vaginal, habrás tenido que realizar un gran esfuerzo para empujar a tu bebé. Es posible que tengas incluso algunos puntos que tendrán que cicatrizar.
Si es una cesárea, con más razón tendrás que reposar, puesto que acabas de pasar una operación quirúrgica. Aunque lo recomendable es que te levantes y camines cuanto antes, no debes realizar esfuerzos en un periodo de tiempo bastante más largo que si se trata de un parto vaginal. Será incluso algo más de la cuarentena, los puntos seguirán frescos por dentro durante meses después del parto y debe cuidarse lo máximo posible.
Como ves, independientemente del tipo de parto que tengas, vas a necesitar a papá. No puedes con todo tu sola y debes centrarte en cuidar de ti y de tu bebé.
La misión del padre
Lo más importante de lo que te debes ocupar es de el bebé y de ti. Debes acostumbrarte a tu bebé, aprender cuándo llora de hambre, de frío o de sueño. Es una tarea muy dura, en la que también debes cuidar de ti misma.
La misión de papá será precisamente ocuparse de que esto sea posible. Preparar la comida, ocuparse de la casa, cambiar al bebé u ocuparse de él mientras te tomas una ducha. Es básico y fundamental que cuentes con su ayuda, en la medida que le sea posible, porque habrá momentos en los que te verás teniendo que entrar incluso al baño con tu bebé, y sentirás que todo se te viene grande. Es ahí cuando el padre debe entrar en acción, aunque solo sea para dar una palabra de ánimo, un «tranquila, lo estás haciendo bien».
Atender a las visitas
Esa sera otra tarea importante de la que tendrá que hacerse cargo el padre. Además tendrá que captar el momento en que la madre se sienta incómoda con las visitas y despedirlas educadamente. Es perfectamente normal que en esta situación ambos sintáis un deseo de intimidad con vuestro bebé, que no siempre entienda el resto de la familia o amigos.
Se sucederán comentarios sobre lo que debes o no hacer que pueden provocar incluso discusiones. Es tarea del padre mediar y hacer entender a la familia y amigos que es vuestro bebé. Vosotros y solo vosotros, decidiréis qué es lo más recomendable para vuestro hijo, bajo las recomendaciones de vuestro pediatra.
Atención a la pareja y al hijo
Como ya hemos dicho, esa es la misión principal del padre en esta etapa, ya que la madre no va a estar en las condiciones óptimas para hacerlo durante un tiempo.
Este cuidado no sólo va a servir para cubrir las necesidades básicas presentes en ese momento. Será fundamental para reforzar los vínculos existentes con la pareja y crear nuevos vínculos con su hijo. Esto se debe a que es en los primeros momentos de vida del pequeño cuando se afianzan los vínculos de apego.
Hasta hoy, siempre se ha considerado como principal figura de apego a la madre, puesto que es la que siempre ha asumido el rol de cuidar del hijo casi en exclusividad. Para que esos roles cambien es fundamental que el padre cuide también del hijo en este periodo.