Deberes escolares abusivos: evidencia, impactos y soluciones

  • Más deberes no garantiza mejor rendimiento: prima la calidad, la coordinación docente y el ajuste a la edad.
  • El exceso genera estrés, desigualdad y conflictos; las tareas con sentido refuerzan hábitos y autonomía.
  • Familias presentes sin sustituir: acompañar, establecer rutinas y cuidar el bienestar.
  • Equilibrio y regulación: límites de tiempo, actividades significativas y diálogo en la comunidad educativa.

deberes escolares abusivos y su impacto en los niños

El vídeo que veréis a continuación habla por si solo, pero le voy a poner palabras a lo que siento respecto a los deberes escolares, y que conste que generalizo. ¿Los niños tienen muchos o pocos deberes? pues muchos, sin duda alguna, y lo que es peor: desde edades muy tempranas; es completamente abusivo. En este post revisábamos varios aportes para demostrar que ‘más deberes, no significa mayor desempeño’. Pero aparte de todas las teorías que podamos encontrar, ¿nos parece normal que un niño en lugar de estar jugando, esté sentado varias horas, sintiendo frustración y desinterés por el aprendizaje?

Eva Bailén, es esa mamá valiente a la que conocemos por impulsar en Change, la campaña por la racionalización de los deberes. Dado el éxito de la campaña, ahora se le ha dado la posibilidad de generar un contenido audiovisual llamativo e impactante, que se mueve por las redes rápidamente mediante el hashtag #lohacesypunto. Y es que al final es eso: el no disfrutar del tiempo libre porque alguien lo decide así; si tales imposiciones se dieran en el mundo adulto, otro gallo cantaría, pero los niños no ‘cuentan’ tanto. Por eso el experimento que plantea el vídeo se basa en la idea de los horarios laborales, y al descubrirse que quien trabaja 8 horas + 3 en casa + los fines de semana y vacaciones, son niños, es cuando caemos en la cuenta de lo que les hacemos a los peques.

En España los niños tienen más horas lectivas anuales que en otros países con mejores resultados en pruebas internacionales, y desde luego a nuestros niños les ponen muchísimos más deberes que a otros con su misma edad

Lo haces y punto

Me sumo al deseo de Eva: que la polémica sirva para que desde el Ministerio de Educación se plantee una regulación, porque lo otro es ir contra corriente, profesores cuestionados porque respetan los ritmos de los niños, padres que son tildados de irresponsables porque se sientan con la tutora a pedirle que reduzca un poco la carga de tareas,…

Qué dicen las investigaciones y las experiencias internacionales

impacto de los deberes en los niños

Mucha investigación coincide en el escaso impacto de los deberes tradicionales (repetitivos y mecánicos) en el rendimiento, especialmente en Primaria. Informes comparativos internacionales señalan que más cantidad no asegura mejores resultados; lo que importa es la calidad, el sentido de la tarea y su conexión con lo aprendido en clase.

En la práctica, centros que han revisado sus políticas confirman esta tendencia. Un ejemplo referencial es el del colegio Khalil Gibran (Fuenlabrada), que no envía deberes hasta sexto de Primaria tal y como se conciben de forma tradicional. ¿Por qué? Sus motivos se estructuran en cuatro ejes: juego y bienestar (el juego es el primer vehículo de aprendizaje), impacto académico real (en edades tempranas el efecto de los deberes es mínimo), clima familiar (evitar conflictos, desigualdades y dependencia de la ayuda adulta) y aprovechamiento del tiempo lectivo (la jornada escolar ya debería garantizar una formación sólida). Esta visión no excluye tareas, sino que promueve actividades con sentido y vinculadas a la vida real para reforzar competencias.

Además, voces expertas del ámbito pedagógico subrayan dos riesgos del exceso: tensión emocional y rechazo escolar, y la pérdida de autonomía cuando las familias sienten que deben hacer o supervisar en exceso las tareas. Informes de salud pública han advertido que, a partir de cierta carga, el porcentaje de estudiantes que manifiestan estrés por los deberes es elevado (en algunas franjas supera holgadamente la mitad del alumnado), junto con más dolores de cabeza o abdominales y peor estado de ánimo. Esta presión, además, profundiza desigualdades: quienes menos apoyos tienen en casa lo sufren más.

No obstante, también hay consenso en que tareas bien diseñadas y ajustadas a la etapa pueden ayudar a consolidar conocimientos, generar hábitos y responsabilidad. La clave está en la medida, el propósito y la adecuación, no en llenar tardes con ejercicios mecánicos.

La regla del tiempo y la coordinación docente

En Estados Unidos, la Asociación Nacional de Educación propuso una regla, a partir de algunas directrices, que un investigador llamado Harris Cooper dio. Es la siguiente: de 10 a 20 minutos diarios en niños de primer grado (equivalente a primero de Primaria); y 10 minutos adicionales por cada curso superior. Según eso, mi hijo mayor (primero de ESO) pasaría 80 minutos, a él no le cuestan las tareas y no suele estar más de una hora, pero lo mejor es que todos los niños de su edad recibirían tareas que no superarían el tiempo de realización de una hora y 20 minutos cada día. Y la pequeña (en 4º) estaría 50 minutos diarios. Y repito: aún es mucho, porque soy del pensar de que deberían poder disfrutar plenamente de su infancia, y si acaso, las experiencias por las que atravesaran fuera de clase, que sirvieran de base para mejorar los aprendizajes en la escuela.

Pienso también que se deben incentivar las experiencias más innovadoras que en lugar de tareas de repetición incluyen recomendaciones para los alumnos en el sentido de realizar proyectos de investigación y colaborativos en casa; eso daría mejor resultado que fichas y cuestionarios de los libros.


Lo haces y punto2

Deberes abusivos y estresantes no hacen más responsables a los niños

¿No hace mucho compartíamos con nuestros lectores, la evidencia de que una carga de deberes excesiva, no solo genera estrés en los niños (que sin duda son los más vulnerables, y perjudicados), sino también a las familias. Por eso, por que nos toca de cerca, creo que ya es hora de que las madres y los padres asumamos el papel que nos toca en la educación. No se trata de interferir en el trabajo de los maestros, sino de ‘plantarnos’ y tomar decisiones: explicar con argumentos que los deberes pueden perjudicar a los alumnos, provocar el debate en el seno de la Comunidad Educativa, cambiar de colegio a los niños, visibilizar la situación de tantos peques que con tan solo 8 / 9 años tienen que sentarse la friolera de ‘¡3 horas!’ para acabar tareas (eso sin contar con el tiempo que deberán dedicar a estudiar), …; todo menos continuar robando el tiempo libre (y con él parte de la infancia) a nuestros hijos.

Mi reflexión para esas familias que piensan que son súper necesarios los deberes, y a ser posible, realizados durante mucho tiempo, ‘porque no vaya ser que el niño no madure o asuma responsabilidades’, es: si hoy no hacen deberes no se van a convertir en ‘ninis’ (una elaboración extraña dónde las haya pero ‘mira por dónde’ aceptada): el no tener expectativas de futuro no tiene que ver con la libertad disfrutada en la infancia, sino con el sistema socio económico.

Además, vamos hacia un modelo laboral diferente al que encontramos nosotros cuando nos incorporamos: es muy probable que no se necesiten personas obedientes, sino responsables, autónomas y creativas; pero nadie puede desarrollar la creatividad después de más de 60 minutos repitiendo las mismas multiplicaciones que en clase, o copiando 20 veces los errores ortográficos..

Objetivo y calidad de los deberes: cómo deben ser para ayudar

objetivos de los deberes escolares

Cuando los deberes tienen un propósito formativo claro y están bien medidos, ayudan a construir hábitos, autonomía y responsabilidad. Los expertos señalan que lo determinante no es la cantidad, sino la calidad y la capacidad de conectar con la vida real. Algunos criterios útiles:

  • Relevancia y significado: tareas vinculadas a la realidad del estudiante (investigar el barrio, leer sobre un interés, escribir para un destinatario real).
  • Progresividad: dificultad ajustada a la edad y al nivel de dominio, evitando sobrecargas.
  • Autonomía: que el alumno pueda realizarlas sin depender de un adulto, con instrucciones claras.
  • Equilibrio: respetar el tiempo de juego, descanso y convivencia familiar.

Educadores como Enric Roca recuerdan que los deberes no deben vivirse como castigo, sino como una extensión significativa del aprendizaje. Y desde el ámbito de la salud, profesionales como la doctora Marisa Navarro advierten de los riesgos emocionales cuando la carga se desborda.

Coordinación entre docentes, equidad y clima familiar

La coordinación entre los profesores que imparten clase a un mismo grupo evita picos y solapamientos. Medir la carga semanal y diversificar formatos (lectura, proyecto, práctica breve) ayuda a que el tiempo en casa sea razonable. Cuando no ocurre, los conflictos familiares se disparan, y la desigualdad crece: no todas las familias pueden apoyar del mismo modo.

En casa, el objetivo no es que los adultos asuman la tarea, sino que acompañen sin sustituir. Una intervención excesiva, aunque bien intencionada, puede mermar la autonomía, la confianza y la motivación interna del menor. El papel familiar ideal combina presencia, interés y límites saludables.

¿Cómo organizar el tiempo de los deberes en casa?

  • Rutina clara: espacio y horario fijos, ambiente tranquilo y sin pantallas de fondo.
  • Apoyo disponible: resolver dudas puntuales y reconocer el esfuerzo, no hacer la tarea por el niño.
  • Escucha activa: preguntar cómo se siente con lo que aprende y detectar obstáculos emocionales o de comprensión.
  • Uso inteligente de la tecnología: apps y recursos digitales como complemento, no como sustituto del pensamiento propio.

Cada alumno es diferente: personalizar sin perder el horizonte

Generalizar es delicado: cada centro, etapa y alumno tiene necesidades distintas. A edades tempranas, los niños sienten deseo genuino por aprender; mantener esa curiosidad exige deberes que fomenten la lectura, la creatividad y la exploración, sin replicar el trabajo del aula. En etapas superiores la carga puede aumentar, pero siempre con criterios de calidad y coordinación.

Diferentes sistemas educativos, diferentes propuestas (y lecciones)

Hay países europeos que sitúan la carga de tareas en la media y otros que apenas envían deberes en Primaria, priorizando el trabajo bien guiado en el aula y el tiempo de descanso. En entornos con alto rendimiento, el enfoque suele pasar por menos cantidad y más sentido (lectura, proyectos, práctica deliberada). Copiar modelos sin contexto no funciona; lo valioso es aprender de los principios: calidad, equidad y bienestar.

Ejemplos de tareas con sentido frente a las tareas repetitivas

Hace tiempo que vengo reflexionando sobre la utilidad de los deberes, de modo especial en Infantil y Primaria. Como maestro que soy, siempre he mandado deberes a mis alumnos, unos deberes que complementaran algo de lo visto en clase o que motivaran a seguir investigando para después continuar en la clase con la actividad. Jamás los deberes los he planteado para trabajar en casa lo que no he podido trabajar en el aula, no es el objetivo. Nunca he usado libro de texto, así que los deberes que he mandaba no eran del tipo:

Página 45, ejercicios 1, 2, 3 y 4 (copiando el enunciado en el cuaderno)

Memorizar la lista de verbos hasta el «to take»

Aprenderse los ríos, cordilleras y pantanos de la C. de Madrid…

Mis deberes eran más bien del tipo:

Pregunta a tus padres o abuelos una adivinanza y mañana nos la cuentas.

Busca una poesía que te guste y te la aprendes para que nos la cuentes en clase

Escribe una pequeña redacción sobre el tema que hemos visto en clase

Apréndete el papel que vas a representar en la obra de teatro

Resuelve el problema semanal…

Los deberes no son malos en sí mismos, desde luego porque pueden ayudar a mantener el hilo de algo que se trabaja en clase y porque ayudan a crear un hábito de trabajo. Los deberes refuerzan los aprendizajes que se adquieren en el aula, sin duda. Pero para que los deberes sean educativos y cumplan esa función, tienen que tener relevancia con lo que se trabaja en clase y no ser una mera repetición automática de lo mismo. Ya sé que para aprender las tablas de multiplicar hay que aprenderlas de memoria y que hay que mandar deberes en este sentido, pero hay formas de hacerlo que motivan y formas que no. Además, los deberes deben estar acordes con las capacidades de los niños. Me sorprendo cuando veo contenidos que van mucho más allá de las capacidades cognitivas que tienen los niños para entenderlos.

tareas escolares con sentido

Además, es imprescindible que los niños jueguen, desarrollando así su personalidad a través del juego y que cultiven sus intereses con el deporte, la música, el arte… Desgraciadamente, es habitual que los deberes estén sobredimensionados, ocupando la mayor parte de la tarde ignorando que las jornadas de nuestros niños comienzan en la mañana y acaban en la tarde. Como premio, tras llegar a casa y merendar, a seguir con lo mismo. ¿En qué país vivimos?

Recuerdo una infancia feliz en la que pasaba todo el tiempo jugando y aprendiendo cosas importantes.

Hoy día es imposible plantearse que un niño de Primaria se pueda plantear la tarde disfrutando de su infancia, del juego y de la socialización. Los deberes (y el exceso de actividades extraescolares) lo impiden.

Los ejercicios 6, 7 y 8 en lápiz en el libro

Los ejercicios 10, 11 y 12 en el cuaderno, copiados en azul y contestados en lápiz.

Copia el esquema en el cuaderno

Estudia de memoria los «recuerdas» de todo el tema

El planteamiento actual de los deberes es una tortura, es una tortura que implica a los niños y sus familias. Listas interminables de ejercicios repetitivos, sin aparente lógica que la de «acabar el programa/tema», en los que sólo se trabajan conceptos memorísticos y está ausente el desarrollo de las competencias, desde luego. Es tal la cantidad de deberes y la exigencia de los mismos, que las familias tenemos que hacer los deberes con nuestros hijoss para que éstos acaben alguna vez, animándoles en sus enfados, sus cansancios, sus rabietas, sus frustraciones porque quieren jugar. Es tal la cantidad de deberes que el estrés por acabar inunda la tarde. Me pregunto si los maestros aficionados a mandar tantos deberes «porque tienen que aprender a esforzarse» se ponen en lugar de los niños y sus necesidades.

Para más inri, se da el caso de que en algunas de esas listas de ejercicios «se cuela» alguno que pone algo así como:

En grupo, haced esto o aquello…

– Hija, aquí pone hacer «en grupo»

– No papá, la profe ha dicho que lo hagamos individualmente

Este tipo de deberes está directamente ligado al hecho de usar el libro de texto como prácticamente el único referente del aprendizaje en el aula y como, de facto, el currículo oficial. El libro de texto, con sus interminables listas de ejercicios, con un planteamiento unidireccional pensado para que el lector responda lo que se pide ciñéndose a los contenidos, está directamente relacionado con una enseñanza tradicional, transmisiva, repetitiva y memorística. El uso del libro de texto no permite desarrollar competencias en los alumnos y limita el tipo de aprendizaje al repetitivo. No nos engañemos, el libro de texto y los deberes van en el lote. Habrá excepciones, desde luego, pero son minoritarias.

En este país nuestro, desgraciadamente, con saber usar un libro de texto y mandar deberes, muchos piensan que enseñan. Me duele decir esto, pero lo siento y lo sufro a diario, viendo como mis hijas han consumido muchas horas de la infancia clavadas todas las tardes a la mesa haciendo los deberes, eso sí, en aras de su aprendizaje, un aprendizaje que se iba tan rápido como venía.

Como padre y maestro reivindico unos deberes ligados a una enseñanza distinta, en la que aprender no sea aburrido, en la que investigar y descubrir el mundo sea el eje sobre lo que todo pivota y, desde luego, en estas edades, dejen tiempo para vivir, para jugar, para aprender, para ser felices.

Movilización social y diálogo educativo

debate social sobre los deberes

El debate no es nuevo ni menor: iniciativas como campañas ciudadanas y movilizaciones de asociaciones de familias han colocado el tema en la agenda. Desde ahí han surgido propuestas para regular la carga, abrir espacios de diálogo en los Consejos Escolares y promover acuerdos de centro que armonicen criterios entre etapas y docentes. La coordinación y la transparencia con las familias evitan tensiones innecesarias y permiten valorar qué tareas aportan más y cuáles restan.

ACTUALIZACIÓN

He decidido movilizar en Twitter el tema de los deberes para mostrar mi indignación ante lo que considero un abuso de autoridad, una práctica antipedagógica y un despropósito en general. Si quieres compartir tus experiencias y/o propuestas en Twitter hazlo bajo el hashtag #deberes (importante que tenga la almohadilla delante para después poder recuperar todo lo que se siga). Cualquier idea será bien recibida.

Por mi parte, he solicitado una reunión de la Asociación de Madres y Padres del colegio de mi hija pequeña para que las familias hablemos del tema y podamos llevar nuestras reflexiones y propuestas al Consejo Escolar del centro.

¿Tú qué harías? ¿Crees que debemos hablar abierta y sinceramente del papel de los deberes como están concebidos en la inmensa mayoría de los casos? ¿Debemos forzar a la discusión en los Consejos Escolares del tema?

Sigue el debate en Twitter. Haz clic en #deberes para estar actualizado o mira el widget de la barra lateral.

alternativas a los deberes abusivos

El foco no es “deberes sí o no” en abstracto, sino qué tareas, para quién, con qué propósito y en qué dosis. Cuando el sistema se alinea con la evidencia (calidad sobre cantidad, coordinación docente, espera activa de las familias y respeto al descanso), los niños aprenden más y mejor, la convivencia mejora y la escuela gana sentido. Ese es el camino que merece la pena recorrer.