Perdonar en los niños: perdón sin rencor

Niño pide perdón con un beso a su amiga.

El niño no debe dejarse avasallar, no obstante, está bien dar segundas oportunidades y empatizar con el otro.

Una de las labores como padres es conseguir que los hijos sepan perdonar y olviden, no se queden con una sensación de intranquilidad, rencor y rabia en su interior. Seguidamente vamos a hablar sobre este tipo de emociones.

Aprender a perdonar

Los hijos necesitan ver a sus padres perdonar: a la pareja, a otros hijos, a amigos o familiares. Con el perdón se consigue alivio, pasar página y no estancarse en un mar de malas vibraciones y de negatividad para el otro y para uno mismo. Perdonando se curan heridas y se mejora como persona. Del modo contrario, la herida hará costra y permanecerá en la mente como una viñeta sin final feliz, sin permitir pasar a cosas mejores.

El niño debe aprender que si alguien le hizo algo malo e hirió sus sentimientos, está mal y no debe permitir que le pase en más ocasiones. Es de lógica que el niño desconfíe quien le molestó, sin embargo, es sano dar oportunidades y permitir al otro que cambie o se comporte mejor con uno mismo. En el caso de que no ocurra será previsible que se rompan amistades o se pongan ciertos límites.

El rencor

Dos amigas han hecho las paces tras un enfado.

De niño se empieza a forjar el carácter y personalidad, con lo que hay que actuar con el corazón y evitar guardar rencor a quien pasa por el camino.

El peor de los consejos como padres es decir a un hijo que se guarde una mala acción para venganza. El niño irá aprendiendo que en la vida hay buenos y malos acontecimientos y obras. Deberá saber que en más de una ocasión tendrá que lidiar con lo malo, afrontarlo y poner solución. No debe dejarse avasallar, sin embargo, no le llevará a ningún lado guardar rencor. Guardar rencor para un niño es peor, ya que están en un momento de crecimiento y consolidación de su personalidad, e iniciando sus primeras relaciones sociales.

El rencor trae dolor, rabia, malestar, ahoga y no permite seguir a la persona que lo alberga en su interior. Los padres deben trabajar para que estos sentimientos no corroan al niño. Es preciso explicarle al pequeño que cuando perdona descansa y es más feliz. El beneficiado será en primer lugar él mismo. Si es un niño que tiene problemas para expresar sus sentimientos, hay que tener paciencia y darle tiempo para su toma de decisiones.

La reacción del niño ante algo que le hiere

El niño desde pequeño debe aprender a resolver situaciones difíciles, y eso implica avanzar en las relaciones, que pueden ser truculentas. Perdonar a otros hace más humanos, y es que uno mismo también puede equivocarse y actuar mal. El niño debe tener esto presente y no creer que tiene la verdad absoluta, ni es perfecto. Equivocarse entra dentro de lo que se llama vivir.

El niño sentirá dolor y miedo cuando algo se le escapa de las manos, cuando alguien a quien quiere o tiene en consideración le defrauda. Sin embargo, su herida puede subsanarse con el perdón. Pese a que el niño ya no vuelva a confiar del mismo modo en alguien, empatizar, ponerse en el lugar del otro y comprender ciertas actuaciones, con ayuda de sus padres, le hará avanzar y evolucionar. No solo hay que animarle a perdonar, sino también a que admita su culpa cuando la tenga.


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