En el desarrollo de un parto normal, se observan 3 fases: dilatación, expulsivo y alumbramiento; hoy vamos a hablar sobre los pujos (el expulsivo) que empieza al producirse la dilatación cervical, y acaba cuando el bebé sale del cuerpo materno. En cuanto a la duración habitual del expulsivo, aunque es variable puede estar en torno a dos horas con dilatación completa en madres primíparas, pero en el caso de multíparas (partos anteriores) el tiempo se reduciría hasta en una hora
A su vez esta etapa se divide en dos períodos diferenciados, el último es el activo (o avanzado) que culmina con el nacimiento, se reconoce por las ganas de empujar con las contracciones; y es precedida por un período más temprano y pasivo, durante el que el feto desciende hasta el canal de parto. Un pujo natural es involuntario, provocado por la presión de la cabeza del bebé sobre el suelo pélvico, pero en ocasiones los pujos son dirigidos por los profesionales sanitarios que asisten el parto, ¿es adecuada esta práctica tratándose el parto de un proceso fisiológico?
En esta comunicación-póster publicada por “matronas Úbeda”, leemos que durante mucho tiempo, la tendencia ha sido ‘ordenar’ sistemáticamente los pujos, pero cuando el parto es de bajo riesgo, la evidencia científica (y el sentido común), indican que “se debe dejar pujar a la mujer de manera libre y espontánea”. Este documento aporta también una valiosa información sobre cómo afecta esta actitud:
- A la madre: más comodidad y satisfacción, menos lesiones, menor incidencia en la realización de la maniobra de Kristeller.
- Al feto: mejor puntuación en Apgar, saturación óptima de oxígeno.
Así pues siempre que la situación clínica sea favorable, es más conveniente no intervenir, y sobre todo no manipular la percepción de la embarazada, haciéndola creer que es por su bien, o por el del hijo.
¿Cómo son los pujos espontáneos?
Suelen ocurrir de 3 a 5 empujes cortos con cada contracción, más cortos que los dirigidos; puede que al empujar de forma natural, el expulsivo sea más largo, pero excepto la duración (que tampoco debería percibirse de forma comparativamente negativa) todo son ventajas. Cuando no ‘nos ordenan’ pujamos en exhalación, y nos sentimos libres de gemir, lo cual contribuye a que el aire salga.
Por último, mencionar que en el preexpulsivo (período pasivo y temprano del expulsivo), conviene permitir que la madre se pueda mover libremente.
Imagen (segunda) — Ivelisse Photography
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