A pesar de que en la actualidad (y en los países desarrollados) la lactancia materna “más allá del año” es poco frecuente, a más duración mayores son los beneficios potenciales que se atribuyen al acto de amamantar. Si eres una mamá que amamanta y tu bebé tiene más de 6 meses, probablemente habrás oído más de una vez frases como: “¿aún colgado con la teta?” “¡pero si tu leche ya no alimenta!” “¡qué mal que lo estás acostumbrando!, hay que ver”. De hecho el repertorio de elaboraciones que pretenden desalentar es tan largo que con la paciencia suficiente podríamos estar todo el día escuchándolas.
Pero no se trata de tener más paciencia, sino de que el entorno de una madre que da el pecho, muestre más respeto por ella y por el bebé. Respeto y tolerancia para con un hecho fisiológico y natural. Y es que, ¿qué más nos da a los demás que el lactante tenga 2 meses o 2 años? Durante mucho tiempo (y cuando digo mucho, me refiero a todos los siglos anteriores esta época en la que vivimos) amamantar se podía considerar como una norma. Fue así hasta el desarrollo de fórmulas de sucedáneos de leche materna, y coincidiendo con diversos cambios sociales (entre los cuales se encuentran la incorporación de la mujer a los sistemas productivos existentes).
Dar el pecho ofrece incontables ventajas, tanto para los bebés como para las mamás… Podemos querer ser más modernas, pero hay verdades incuestionables porque están relacionadas con nuestro propio desarrollo como especie, con nuestra biología. Hay muchos factores que explican que a pesar de los esfuerzos realizados, se produzcan tantos abandonos prematuros de lactancias; el caso es que con trabajo fuera de casa o sin él, hay formas de que podamos mantener lactancias satisfactorias, durante muchos meses, incluso varios años. Oímos hablar erróneamente sobre una lactancia prolongada cuando vemos a un niño de apenas 18 meses tomar teta, pero ¿sabéis cuál es la realidad?
¿Lactancia materna hasta cuándo? La madre y su bebé tienen la respuesta.
Pues resulta que algunos trabajos de antropología y paleofisiología, sugieren que la edad del destete espontáneo en el Homo sapiens sapiens (nosotras y nosotros) estaría entre los 2,5 y los 7 años. Por otra parte, recordemos las recomendaciones de organismos internacionales (OMS), nacionales (AEP) y ONGs como UNICEF: “se aconseja dar el pecho de forma exclusiva hasta los 6 meses de vida del bebé, para después mantener la lactancia junto con la alimentación complementaria, como mínimo hasta los 24 meses”.
Si quieres informarte sobre los mitos acerca de la lactancia materna puedes leer esto. Y si estás planteándote continuar con la lactancia, teniendo un bebé de (pongamos por caso) 13 meses, quiero que sepas que estás en tu derecho (y también tienes derecho a proteger a tu hijo con el alimento más completo). Y no, que nadie te diga lo que tienes que hacer, porque en cualquier caso, el momento del destete sólo lo podéis decidir ese equipo maravilloso que formáis el bebé y tu misma. Además no te creas que hay riesgos asociados a esa lactancia tan maravillosa y prolongada, porque son mentira y no están demostrados de ninguna forma.
Llega un momento en que a pesar de que lo expliques, los demás no lo entienden; pero la buena noticia es que es justo en ese momento (el bebé ya corre, tiene dientes, balbucea varias palabras, ….) en el que te sentirás más segura con tu decisión. Puede haber retrocesos, que de repente quieran mamar casi tanto como cuando era más pequeños, pero igualmente para ti será satisfactorio, y apenas tendrás dudas. Lo vas a disfrutar muchísimo.
Imágenes — Carolyne Dubé, coatl28